01 marzo 2007

Intervencionismo político

La extraña aparición en escena de Enel ha dado una vuelta de tuerca al enrevesado asunto del "Endesa-gate". Si el problema, cada vez más político y menos financiero, parecía complicado de por sí, desde que Gas Natural lanzó una OPA sobre Endesa en septiembre de 2005, año y medio después parece un mal culebrón sin posibilidad de desenlace a la vista. Y la trama se enreda cada vez más con la aparición de extraños personajes y empresas que se lanzan como posesos a comprar acciones de una eléctrica con la que mercadean empresarios de postín, banqueros, presidentes de autonomías y mandatarios internacionales.
Cuando daba la sensación de que los catalanes de Gas Natural habían encajado el golpe de tener que retirar su OPA sobre Endesa con cierta elegancia y donaire, la política de pasillos y contubernios ha vuelto a imperar y ZP se ha empleado a fondo para que los alemanes de Eon no se queden con la joya de la corona anhelada por todos. Lo más curioso es que, esgrimiendo el argumento del patriotismo –el ministro Clos había apostado hace unos días por la “solución española”-, han presionado a Romano Prodi para que una empresa semipública italiana se quede con parte del suculento pastel.
Todo el mundo se preguntará cuáles son las consecuencias de esta entrada de Enel en el accionariado de Endesa. Pues son bastante evidentes: lo único que se consigue es que los alemanes no alcancen en la próxima junta general de accionistas los votos necesarios para realizar los cambios estatuarios requeridos para que llegue a buen fin la OPA. Es decir, que para el gobierno, un acto patriótico consiste en invitar a unos extranjeros para que fastidien una OPA que es claramente beneficiosa para los accionistas –por mucho que digan Rubalcaba y Montilla, la oferta de Gas Natural era una porquería insultante para cualquier inversor-. Y de paso, ayudan también a la familia Entrecanales (Acciona) a que se forren aún más, alcanzando mayores cotas de poder y sin grandes desembolsos económicos. Si realmente Enel logra su intención de hacerse con el 25% -de momento ya controlan el 17%- del capital, formarían un núcleo duro junto con Acciona –que posee el 21%- y le hurtarían a los accionistas minoritarios la posibilidad de conseguir mayores beneficios con la OPA de Eon.
Y lo peor de todo es la agria sensación que se nos queda cuando nos percatamos de que, una vez más, nuestro gobierno ha comerciado con los intereses empresariales españoles para conseguir salir victorioso en una mala operación que le ha costado a Gas Natural la friolera de 110 millones de Euros. Es evidente que con la gestión directa llevada a cabo en Ibiza durante la reunión con Prodi, ZP trata de lavar su imagen ante una clase empresarial que le tiene por tonto de baba. De ese modo, además, consigue salvar la cara ante los catalanes e imponer su santa voluntad. A nuestro “presidente por accidente” se le ha puesto en las narices que Endesa no puede ser de los alemanes, y hará todo lo posible porque así sea.
En pocas palabras: cuando en el transcurso de una operación financiera hace su aparición la bestia negra de la “intervención política” me pongo a temblar, porque nada bueno puede salir de eso. Y Endesa es una clara prueba de ello.

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