23 enero 2007

Inmigración, renta y salarios


Lo sucedido este fin de semana en Alcorcón no es más que la antesala de lo que ocurrirá en un futuro cercano cuando cada vez sean más los inmigrantes que vayan llegando a nuestro país. Ante una agresión de la "Asociación Latina de Amigos del Cuchillo", un grupo de jóvenes –en contra de lo que dijo El País, agitados por movimientos de extrema izquierda- decidieron tomarse la venganza por su mano y convocaron por SMS a unas 500 personas dispuestas a responder el ataque. Pero parece que para las autoridades no es más que un caso puntual y que en Madrid no hay un “problema de bandas latinas”. Además, todos los voceros de ZP se empeñan en decir que la inmigración sólo trae beneficios a España. Y si no, no hace falta más que recordar la noticia fechada el 16 de noviembre de 2006 en la que el actual candidato a la alcaldía de Madrid anunciaba a bombo y platillo que, entre otros efectos positivos, la mitad del crecimiento del PIB de los últimos cinco años se debía a la inmigración.
Sin embargo, en la sección de Economía del periódico El Mundo del domingo -edición impresa- podemos leer el siguiente titular: “La inmigración tira hacia abajo de renta y salarios”. Las claves de dicha noticia se resumen en lo destacable de la irrupción masiva en el mercado laboral de trabajadores extranjeros (1.867.644 afiliados a la Seguridad Social en diciembre) sobretodo para prestar sus servicios en sectores de poca productividad y bajos salarios, que están tirando a la baja tanto del salario medio como de la renta per cápita.
Según informa El Mundo, estos datos fueron puestos de manifiesto la semana pasada en una reunión con la prensa de los responsables económicos del PP Miguel Arias Cañete y Álvaro Nadal. Los populares, usando las previsiones de la Comisión Europea, recordaron que el PIB por habitante se está hundiendo desde el año 2000, igual que la convergencia con nuestros socios comunitarios. Pero no debemos olvidar lo dicho por Miguel Sebastián a mediados de noviembre, cuando destacó que los trabajadores extranjeros habían aportado el 50% del crecimiento del PIB de los últimos cinco años. Y no sólo eso, si no que también añadía que el peso de los inmigrantes en la última década era del 30%. Si tan sólo nos hubiésemos quedado con los datos ofrecidos por el director de la Oficina Económica del Gobierno –que presentaba unas cifras con claro interés electoral personal- la opinión pública no hubiese tenido más remedio que acoger favorablemente a los inmigrantes, que tantos beneficios han traído a España. ¿Qué habría sido de nuestra coyuntura de no ser por las riadas de latinos, moritos, rumanos,… que vienen a nuestro país a hacer que todos prosperemos? ¿Qué argumentos iban a utilizar ahora los instigadores de extrema derecha –¿los Red Skins son de derechas?- que fueron a apalear a unos pobres sudamericanos que se dedicaban a organizar manifestaciones culturales en las canchas deportivas de Alcorcón?
Antes que nada, quiero regresar otra vez a la noticia del domingo que modifica bastante la interpretación gubernamental del impacto de la inmigración en nuestra economía. Los responsables económicos de la oposición argumentaron que de 1996 a 2003 se crearon cinco millones de empleos y, de ellos, cuatro fueron ocupados por españoles. Aunque, actualmente, al darse una situación en muchos sitios de pleno empleo técnico, dos terceras partes de las incorporaciones al mercado laboral se producen por los inmigrantes en trabajos de escasa cualificación y salarios bajos. En palabras de Álvaro Nadal –secretario de Economía y Empleo del Partido Popular-: “está provocando que la renta per cápita disminuya, porque somos muchos para repartir sólo un poco más”. Según los datos manejados por el PP, el PIB por habitante, que en 2005 se situaba en 22.000 Euros por habitante podría reducirse en 2006. Como consecuencia de ello, España se encuentra en el puesto número ocho en lo que respecta al crecimiento por habitante. Además, somos el segundo país en caída del poder adquisitivo de los salarios. Es más, estos mismos datos ya fueron expuestos en el último indicador laboral de CCAA elaborado por Adecco y el IESE en el que se destacaba que el salario real de los españoles en el año 2000 era el mismo que el del tercer trimestre de 2006. En aquel momento se produjo su octavo descenso interanual consecutivo (-0,7%), lo que implica que los trabajadores cobran de media 1.553 Euros brutos. Es decir: el valor real del salario medio es similar al de 1997, con lo que no hemos mejorado nuestra capacidad de compra en nueve años.
Todas estas cifras no parecen cuadrar con lo dicho por Sebastián a finales del año pasado, ya que aseguró que la renta per cápita de España convergerá con la europea antes de que finalice la actual legislatura y que superará a la italiana en 2007 y a la alemana antes de ocho años. Vamos, qué estamos como en Suiza. No sé por qué no les damos un subsidio a todos los inmigrantes simplemente por el hecho de serlo. Deberíamos ser más agradecidos y exigirles a nuestras autoridades que subvencionen un fenómeno tan beneficioso para nuestros bolsillos como la inmigración.
No obstante, no puedo dejar de pensar en la pérdida de poder adquisitivo de los salarios reales. Y creo que de ahí viene todo el problema que el gobierno se empeña en no querer ver. La gente no es tonta y aunque no entienda de economía, sabe lo que cuesta hacer la compra. Es obvio que, desde el efecto llamada de Caldera, la inmigración ha crecido exponencialmente. Y estos inmigrantes han accedido a muchos puestos de trabajo a cambio de salarios irrisorios. Eso conlleva que cualquier español que desee acceder a un trabajo de similares características va a tener que cobrar una cantidad ínfima, ya que el empleador sabe que siempre encontrará a un inmigrante que lo haga por menos dinero. Y no sólo eso: los inmigrantes, gracias a bancos con estrategias comerciales suicidas, están accediendo a hipotecas para poder comprarse pisos que ningún español querría adquirir de no ser a un precio muy bajo. Al meterse en los mismos un montón de gente, no les supone un esfuerzo económico muy grande ya que reparten los gastos entre más compañeros. La consecuencia directa que todos los expertos están empezando a observar es la tendencia al alza de los precios de los inmuebles. Y no voy a entrar a analizar en este post el efecto en la balanza comercial de las remesas de divisas que diariamente envían los extranjeros a sus países de orígen.
En lo que sí quiero detenerme es en la realidad social que nos encontramos ante un fenómeno nuevo al que el gobierno no quiere dar solución. Las clases medias españolas contemplan horrorizadas cómo estos efectos coyunturales están machacando su economía doméstica. Y además, cuando salen a la calle, observan estupefactas que bandas latinas cobran a sus hijos por jugar en el parque si no quieren recibir una paliza, que niños rumanos les roban la cartera o el móvil en cuanto se descuidan, que grupos de ociosos magrebíes les piden un impuesto revolucionario por aparcar en la calle –a parte del impuesto revolucionario municipal de los parquímetros-,… Por no hablar de las bandas de ciudadanos del este que se dedican a atracar violentamente en las urbanizaciones de chalés. Es lógico que la gente reaccione. Pero el gobierno, una vez más, está siendo injusto acusando de racismo a la población española. Los incidentes de Alcorcón no son racistas. Tan sólo son una respuesta de una población que se siente desprotegida ante hechos delictivos –ahora mismo la población extranjera supera con creces a la española en nuestras cárceles- y que trata de defenderse de la mejor forma que puede. Si el estado es incapaz de proteger a sus ciudadanos, serán estos los que deban protegerse a sí mismos. Y esto no es racismo.

4 comentarios:

El Cerrajero dijo...

Rodríguez el Traidor hizo que el Estado de Derecho escondiera la cabeza en el suelo cuando comenzó a tomar txikitos con ETA y ahora la ha enterrado más aún por miedo a que al sacarla se la abran con un bate latino.

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo.Además tengo la prueba de lo que dices en mi trabajo, puesto que trato diariamente con desempleados y los que menos formación tienen que tienen que acceder a los puestos menos cualificados, fundamentalmente limpieza, hostelería o construcción, se quejan de que ya no les queda ni esa baza, porque los inmigrantes, que también optan habitualmente a esos trabajos, los aceptan por un sueldo que muchos españoles rechazan por pura dignidad, para que no se rían de ellos, vamos. Por no hablar de su curiosa preferencia a la hora de conceder subvenciones, plazas en guarderías, colegios o viviendas de protección oficial, frente a quien teniendo a lo mejor menos medios económicos, ha tenido la desgracia de nacer español y vivir en su país.
Lo curioso de este tema es que lo acabará pagando la propia izquierda. Vamos a ver, todos estos extranjeros, muchas veces marginales y sin la más remota voluntad de integración en un país al que nadie les ha obligado a venir, no viven en el barrio de Salamanca de Madrid, sino en barrios obreros o ciudades dormitorio como Alcorcón. Así que ¿quién paga tanto desmán? Los vecinos de esos barrios que han venido constituyendo la bolsa de votos tradicional de la izquierda. No nos extrañe entonces que al cabo de unos años, pase como en Francia, donde el líder de extrema derecha Le Pen se impuso sobre todo en núcleos de población de esas características, los sufridores directos de la inmigración descontrolada que unos años antes votaban a Miterrand.

Lucía dijo...

Una gran exposición de este problema que ya se le ha escapado de las manos al gobierno. No sé donde acabaremos a este paso.

Recaredo dijo...

No consigo explicarme, Cerrajero, ¿qué es lo que le lleva a ZP a tratar de perjudicar a España y a los españoles en todo lo que pueda? Debe ser la obsesión del siglo pasado a la obediencia internacional comunista o a la masonería. ¿Qué os parece?
Respecto a tu comentario, Don Pelayo, se agradecen las aportaciones con experiencias personales. En ocasiones los datos objetivos son demasiado fríos. Sin embargo, no tengo tan claro que en España pueda surgir un partido del estilo de Le Pen. Tal vez el único partido que pudiera dar algo de juego electoral sería Alternativa Española. Pero incluso así, lo veo bastante complicado en España. Siempre me refiero al corto plazo.
Hola, Lucía, bienvenida a este blog. La gentuza que está atrayendo ZP a España puede acabar por convertir este país en una nación tercermundista donde las mafias y los señores de la guerra -¿no lo son a caso los matones del entorno abertzale?- campen a sus anchas y donde el estado se limite a corromper a unos cuantos politiquillos que no valen para otra cosa.