11 diciembre 2006

La legítima defensa



De entrada debo decir que estoy en contra de la venganza como forma de administración de justicia. Además, creo que el ojo por ojo y diente por diente debió de funcionar bien nada más que en sociedades de tipo semita, monoteístas y precristianas. Incluso así, la ley del Talión es ya de por sí un avance si analizamos la situación desde el punto de vista de las leyes penales de hace 4.000 años. Que una sociedad estableciese la proporcionalidad de la venganza, con la premisa de que ésta nunca sobrepasase el daño causado, debió ser una medida que mejoraría mucho las condiciones de vida de los delincuentes menores.
¿Y por qué se me ocurren reflexiones tan poco navideñas como la justicia vindicativa? Sobretodo porque el último asalto al chalet de la familia de joyeros Tous me ha hecho aflorar un pensamiento que va a terminar por convertirse en recurrente. Llevo tiempo meditando, debatiendo con amigos, comentando en otros blogs, qué es lo que haría yo en una situación similar a la que se han encontrado los joyeros y su yerno.
Parece ser que el otro día saltó la alarma de la residencia de los Tous. Como consecuencia de ello la agencia responsable de la alarma decidió enviar a un guardia de seguridad para ver lo que ocurría. Se da la circunstancia que la empresa subcontratada para esos temas pertenece a un yerno de los joyeros, con lo que él mismo decidió personarse en la vivienda, supongo que por la parte personal que le tocaba. Al llegar, según ha dicho su abogado, decidió no entrar en la casa por miedo a encontrarse con los intrusos. Cuando se encontraba en las inmediaciones de la casa, y en el interior de su vehículo, se cruzó con el coche de los atracadores que huían en ese mismo instante. Al pasar a su lado, el yerno debió sentirse asustado, sacó su pistola y disparó contra los ladrones. El incidente se ha saldado con el fallecimiento de uno de los atracadores y la detención del yerno como autor de un homicidio.
Tengo que confesar que no siento la más mínima pena por el malhechor albano-kosovar fallecido. Es lo que tienen las agresiones casi diarias a casas particulares, que al final están consiguiendo que nos deshumanicemos hasta el punto de alegrarnos de una muerte, porque en el fondo todos hubiésemos actuado igual. Si yo viviese en un chalet lleno de objetos valiosos, lo primero que haría sería comprarme un perro con mucha mala leche, sacarme una licencia de armas, a parte de contratar a un equipo de seguridad. Probablemente en este aspecto la familia Tous se haya equivocado al dejarse llevar por la pasión contratando al yerno. De no ser así, ahora el problema lo tendría un guardia de seguridad anónimo –al que probablemente no se le hubiera ocurrido disparar- en lugar del novio de su hija. Y ya saben: si el que va a la cárcel es un empleado casi desconocido la implicación personal del asunto es bastante menor.
De todos modos, si me encontrase en mi casa y viera como un grupo de matones penetran en ella por la fuerza, me secuestran a mí y a mi familia, y comienzan a golpearme, estoy seguro de que usaría la pistola para defenderme. ¡En esa situación límite quién no lo haría! Y si no, que se lo digan a Francisco Ramírez, de la empresa textil Ferry´s, que un buen día se encontró con que una banda de sudamericanos irrumpía en su domicilio. En un momento del asalto, el empresario, experto en tiro olímpico, logró hacerse con su arma, disparó y mató a dos de los atacantes.
Pero lo que no debe hacerse es que un hombre, actuando en legítima defensa, se vea imputado en un proceso por homicidio. Creo que el Estado debe poner los medios para acabar con estas agresiones, y los jueces deben tener mucha más tolerancia con comportamientos humanos, entendibles por cualquier ciudadano de bien. En mi opinión todo el mundo tiene derecho a defender su casa, sus posesiones, su vida y las de sus familiares. Si una legislación pazguata y acomplejada –por demasiado garantista- no defiende correctamente el derecho a la propiedad privada, a la integridad física y a la libertad personal, tendrán que ser los propios ciudadanos los que protejan, del modo que sea, esos bienes jurídicos que el Estado parece incapaz de salvaguardar. Creo que ni Francisco Ramírez, ni la familia Tous, han invitado a unos asesinos a su casa ni les han permitido robarles. Si estos delincuentes decidieron entrar, fue porque sabían que en España los delitos se condenan con penas cortas y almibaradas, en cárceles de lujo, mejores que muchos de los hogares de sus países de procedencia. Para un matón que llega a nuestro país como superviviente de guerras civiles, de ajustes de cuentas, del hampa más cruel y salvaje que exista, España es el parque de atracciones con el que siempre soñaron. Aquí pueden robar, matar, traficar con drogas, dedicarse al proxenetismo, estafar, blanquear dinero, comprar y vender armas a gran escala, sin que apenas les pueda pasar más que estar un par de añitos entre rejas. Mientras el Estado permita que estos delincuentes campen a sus anchas, con una policía dedicada a otros menesteres, con una Guardia Civil escasa de medios y personal, con un caos competencial entre Policía Nacional y autonómica, el recurso a la legítima defensa debería estar completamente garantizado. Bastante desgracia para un ciudadano normal es verse obligado a matar a otro en defensa propia, como para encima tenerle tres días detenido y obligarle a pasar por un proceso judicial en el que con toda seguridad se le tratará peor que al delincuente al que mató.

4 comentarios:

Albiac dijo...

Pues tienes razón Recaredo, llevamos años y años de seguridad privada cuando ésta no está bien regulada. Siempre pasa lo mismo. Cada vez que tienen que usar un arma o violencia por cumplir su trabajo acaban en el trullo. No se dan cuenta de la indefensión a la que están sometidos, y yo no lo entiendo.
Deberían apuntar claramente a que su trabajo se corresponde a una incapacidad manifiesta de la seguridad pública.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

El Estado se atribuyó el monopolio de la Justicia ya con los romanos. Es decir, los romanos decidieron que a partir de entonces sería el Estado quien castigara las ofensas para procurar la suficiente seguridad para el desarrollo de la comunidad -ellos decía patria-.

El problema surge cuando el Estado es completamente incapaz, de no ya impedir, sino dar un respuesta adecuada a la creciente inseguridad. Cuando los ciudadanos son atacados, y en situaciones límite llegan a ejercer la violencia frente a sus agresores o los de su familia o patrimonio, esperan de ese Estado que debió procurar los medios para que esa agrasión fuera almenos improbable almenos la benevolencia o laxitud que muestra con quienes le agradeden. Sin embargo el peso de la Ley reace con toda su fuerza sobre el ciudadano atacado que se defendió, que se ve sometido a un procedimiento penal, en el que normamente es condenado con algún atenuante, porque no es nada facil que sea apreceida la legítima defensa como eximente total (se ha llegado a fallar que el imputado se pudo tirar por la ventada antes de disparar a quien entró en su casa y le amenazaba con una navaja).
Resumiendo, si el Estado no puede, no quiere, se ve superado por delincuentes de culturas jurídicas subdesarrolladas donde casi todo vale, debe ceder terreno a la autotulela como ocurrió en la construcción de los EEUU.
Si el Estado no puede, le exijo que me reconozca el derecho de defenderme yo mismo, porque en cualquier caso el razonamiento del padre de familia que vive en un chalet de madrid es que es preferible estar en prisión por matar al los delincuentes que intentaron violar, torturar, robar y asesinar a su familia, que ver como violan torturan o matan a tu familia en el salón de tu casa.

Anónimo dijo...

Os estáis pasando un montón. No creo que los particulares deban tomarse la justicia por su mano porque si no acabaremos como en el lejano oeste. Seguro que a Charlton Heston le gustaría leer este blog.

Recaredo dijo...

La gente corriente está en contra del tratamiento penal que se está empleando contra los que usan la fuerza para defender sus propiedades y familias. Me parece muy acertada la apreciación de Albiac respecto a la necesidad de crear un marco jurídico que regule la seguridad privada. Además, la ley debe exigir mayor profesionalidad a los vigilantes jurados de la que actualmente se exige. Al menos así tendríamos garantías de que van a saber actuar en momentos de necesidad sin que se comporten como vulgares matones.
Coincido totalmente con lo que dice Evilasio, ya que mientras el estado no nos pueda proteger, tendrá que permitir que nos protejamos nosotros mismos. Con la legislación actual, en la que aplicar la legítima defensa es muy difícil, por no decir imposible, parece ser que debemos dejar que nos ataque cualquier inmigrante que quiera apoderarse de nuestras propiedades. Según me ha parecido entender en el auto de prisión incondicional del yerno de los Tous, el hecho de disparar contra los ladrones es desproporcionado. ¿Tal vez debió esperar a que estos le agrediesen y le disparasen? Este tipo de interpretaciones de la ley a posteriori me causan horror. La ley debe ser clara y taxativa. No podemos esperar a que un juez, después de sucedidos los hechos, decida si disparar era o no suficientemente proporcionado. Y si no que se lo digan a los vecinos de Manresa que ayer se manifestaron en masa para solicitar la puesta en libertad del detenido. Según salían hablando en el telediario, todos decían que en su situación habrían hecho lo mismo.
Parece ser que Anónimo no piensa igual que nosotros. Para futuras ocasiones sería mejor que emplease un nick, así podríamos dirigirnos a él. Anónimo: ten por seguro que en este blog tus opiniones se respetan profundamente, incluso aunque sean distintas a las de este moderador. Mientras emplees argumentos y respetes a los demás, serán bien recibido.
Un saludo a todos los que colaboráis con vuestras opiniones.