La importancia de la abstención
Según informa Libertad Digital, parece ser que “el Gobierno portugués aprobará la despenalización del aborto pese a la invalidez del referéndum”. No quiero entrar en este artículo a opinar sobre la despenalización del aborto desde un punto de vista ético o moral, pero sí que lo voy a hacer desde una perspectiva más política.
Parto de la base que una decisión tan trascendental como esa debe ser votada en referéndum por todo el pueblo y felicito al gobierno portugués con reservas (lean hasta el final y sabrán por qué). No obstante me cuesta entender a los partidarios del “No”, que argumentaban que para despenalizar el aborto –ayer se preguntaba textualmente: “¿Está de acuerdo con la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, por opción de la mujer, hasta las diez semanas de embarazo, en un establecimiento de salud legalmente autorizado?”- no era necesario el referendo ya que bastaba con una reforma legal que mantuviera el aborto como delito en el código penal pero eliminando las condenas de cárcel. Creo que esa no es la mejor forma de defender su postura. En un asunto tan importante, y sin ánimo de ser reiterativo, la voluntad popular es fundamental.
Otro elemento llamativo es la bajísima participación que han registrado los comicios, con la consecuente pérdida del carácter vinculante. Parecido a lo que sucedió en 1998, cuando también tuvo que ser anulado el referéndum por baja participación. Me cuesta entender el motivo por el que el electorado luso no se ha molestado en acudir a las urnas. En la anterior consulta se habló de que al ser un verano muy caluroso, la gente optó por ir a la playa en lugar de votar. Pero ayer el tiempo no acompañaba y la participación siguió siendo escasísima.
Por otra parte, algunos analistas lo achacan al tradicional pasotismo de la juventud, sobretodo de izquierdas. Los socialistas portugueses, al igual que los españoles, piensan que gran parte de su electorado es abstencionista. Aunque de ser así, no habrían salido elegidos ni en España ni en Portugal. Y es más: no habrían ganado el referéndum de ayer.
El tema de los bajísimos índices de participación en los procesos electorales desarrollados en los países occidentales, con democracias consolidadas, y altos niveles de bienestar, es un problema que debería preocupar seriamente a los líderes políticos. Cabe la posibilidad que se deba a las fechas que eligen para la celebración de las consultas. El hecho de celebrarse casi siempre en domingo puede tener mucho que ver con los escasos niveles de participación. Hoy en día gran parte de los trabajadores finaliza su semana laboral el viernes a mediodía, con lo que hay tiempo suficiente para poder disfrutar del fin de semana fuera de las grandes ciudades. No hace falta más que observar las generalizadas huidas que se producen cada semana en las grandes ciudades. Quizás si los elecciones se convocasen en día laborable, el índice de participación sería más alto. Pese a que era un niño, recuerdo que el referéndum de entrada en la OTAN se llevó a cabo en día laborable, y todos los electores tenían derecho a un par de horas libres para ejercer su derecho al voto. Desconozco las cifras exactas de participación, pero no creo que fuesen tan bajas como las que se producen últimamente.
O tal vez el problema resida en la nula capacidad que tiene la clase política para convencer al electorado. Tras años y años de promesas vacuas que jamás se cumplen, los votantes, durante las campañas electorales, asisten impasibles al circo ambulante que montan para tratar de explicarnos que nuestra opinión cuenta. Pero una gran parte de la ciudadanía ya no se cree más milongas. Los votantes hastiados están hasta las narices de que los políticos se rían de ellos, les causa enfado que su opinión nunca cuente y que su voluntad se vea ninguneada por saltimbanquis de cualquier ideología. Por eso creo que la respuesta de la opinión pública harta de embaucadores del Mississipi es la abstención como forma pasiva de expresión política.
En el caso portugués, la abstención ha alcanzado el 56,39 %, con lo que los resultados no pueden darse por válidos, ya que no han acudido a las urnas ni la mitad de los electores. Teniendo en cuenta que la población lusa asciende a 10,6 millones de habitantes, y que de ellos 8,8 millones tienen derecho a voto, podemos observar que sólo 3,7 millones se han pronunciado a favor o en contra de la medida. Además, no debemos olvidar que en el país vecino se estima que abortan al año de forma ilegal alrededor de 18.000 mujeres –9.000 mujeres más acuden a España para hacerlo en clínicas cercanas a la frontera-, con lo que estamos hablando de un problema muy serio que parece no importarle más que a las mujeres que abortan por un lado y a los católicos más tradicionales y conservadores por otro.
Como me niego a creer que el 42% de los portugueses sean pasotas en potencia, que no opinan o les produce indiferencia aspectos tan fundamentales y controvertidos como el del aborto, solo puedo inferir que usan la abstención como forma pasiva de expresión política. Aunque como ya sabemos que los políticos sólo cuentan los votos emitidos, el gobierno socialista portugués ha decidido prescindir de cualquier reflexión acerca del significado de esta abrumadora victoria de la abstención y tomará el camino que más agrada a la izquierda: el de conseguir por sus propios medios lo que el pueblo le ha negado por derecho legítimo. En mi opinión, si el referéndum carece de carácter vinculante por la elevada abstención, los políticos no deben perseguir sus fines utilizando rodeos torticeros. No se puede establecer ninguna legislación que se fundamente en la opinión del 25 % del electorado. Tan sólo 2,2 millones de portugueses votaron “Sí” al aborto. Pero eso parece importarle poco al socialista que gobierna el país vecino. ¿Le habrá dado ZP lecciones aceleradas de cómo hacer lo que le dé la gana simplemente por ser de izquierdas?
Parto de la base que una decisión tan trascendental como esa debe ser votada en referéndum por todo el pueblo y felicito al gobierno portugués con reservas (lean hasta el final y sabrán por qué). No obstante me cuesta entender a los partidarios del “No”, que argumentaban que para despenalizar el aborto –ayer se preguntaba textualmente: “¿Está de acuerdo con la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, por opción de la mujer, hasta las diez semanas de embarazo, en un establecimiento de salud legalmente autorizado?”- no era necesario el referendo ya que bastaba con una reforma legal que mantuviera el aborto como delito en el código penal pero eliminando las condenas de cárcel. Creo que esa no es la mejor forma de defender su postura. En un asunto tan importante, y sin ánimo de ser reiterativo, la voluntad popular es fundamental.
Otro elemento llamativo es la bajísima participación que han registrado los comicios, con la consecuente pérdida del carácter vinculante. Parecido a lo que sucedió en 1998, cuando también tuvo que ser anulado el referéndum por baja participación. Me cuesta entender el motivo por el que el electorado luso no se ha molestado en acudir a las urnas. En la anterior consulta se habló de que al ser un verano muy caluroso, la gente optó por ir a la playa en lugar de votar. Pero ayer el tiempo no acompañaba y la participación siguió siendo escasísima.
Por otra parte, algunos analistas lo achacan al tradicional pasotismo de la juventud, sobretodo de izquierdas. Los socialistas portugueses, al igual que los españoles, piensan que gran parte de su electorado es abstencionista. Aunque de ser así, no habrían salido elegidos ni en España ni en Portugal. Y es más: no habrían ganado el referéndum de ayer.
El tema de los bajísimos índices de participación en los procesos electorales desarrollados en los países occidentales, con democracias consolidadas, y altos niveles de bienestar, es un problema que debería preocupar seriamente a los líderes políticos. Cabe la posibilidad que se deba a las fechas que eligen para la celebración de las consultas. El hecho de celebrarse casi siempre en domingo puede tener mucho que ver con los escasos niveles de participación. Hoy en día gran parte de los trabajadores finaliza su semana laboral el viernes a mediodía, con lo que hay tiempo suficiente para poder disfrutar del fin de semana fuera de las grandes ciudades. No hace falta más que observar las generalizadas huidas que se producen cada semana en las grandes ciudades. Quizás si los elecciones se convocasen en día laborable, el índice de participación sería más alto. Pese a que era un niño, recuerdo que el referéndum de entrada en la OTAN se llevó a cabo en día laborable, y todos los electores tenían derecho a un par de horas libres para ejercer su derecho al voto. Desconozco las cifras exactas de participación, pero no creo que fuesen tan bajas como las que se producen últimamente.
O tal vez el problema resida en la nula capacidad que tiene la clase política para convencer al electorado. Tras años y años de promesas vacuas que jamás se cumplen, los votantes, durante las campañas electorales, asisten impasibles al circo ambulante que montan para tratar de explicarnos que nuestra opinión cuenta. Pero una gran parte de la ciudadanía ya no se cree más milongas. Los votantes hastiados están hasta las narices de que los políticos se rían de ellos, les causa enfado que su opinión nunca cuente y que su voluntad se vea ninguneada por saltimbanquis de cualquier ideología. Por eso creo que la respuesta de la opinión pública harta de embaucadores del Mississipi es la abstención como forma pasiva de expresión política.
En el caso portugués, la abstención ha alcanzado el 56,39 %, con lo que los resultados no pueden darse por válidos, ya que no han acudido a las urnas ni la mitad de los electores. Teniendo en cuenta que la población lusa asciende a 10,6 millones de habitantes, y que de ellos 8,8 millones tienen derecho a voto, podemos observar que sólo 3,7 millones se han pronunciado a favor o en contra de la medida. Además, no debemos olvidar que en el país vecino se estima que abortan al año de forma ilegal alrededor de 18.000 mujeres –9.000 mujeres más acuden a España para hacerlo en clínicas cercanas a la frontera-, con lo que estamos hablando de un problema muy serio que parece no importarle más que a las mujeres que abortan por un lado y a los católicos más tradicionales y conservadores por otro.
Como me niego a creer que el 42% de los portugueses sean pasotas en potencia, que no opinan o les produce indiferencia aspectos tan fundamentales y controvertidos como el del aborto, solo puedo inferir que usan la abstención como forma pasiva de expresión política. Aunque como ya sabemos que los políticos sólo cuentan los votos emitidos, el gobierno socialista portugués ha decidido prescindir de cualquier reflexión acerca del significado de esta abrumadora victoria de la abstención y tomará el camino que más agrada a la izquierda: el de conseguir por sus propios medios lo que el pueblo le ha negado por derecho legítimo. En mi opinión, si el referéndum carece de carácter vinculante por la elevada abstención, los políticos no deben perseguir sus fines utilizando rodeos torticeros. No se puede establecer ninguna legislación que se fundamente en la opinión del 25 % del electorado. Tan sólo 2,2 millones de portugueses votaron “Sí” al aborto. Pero eso parece importarle poco al socialista que gobierna el país vecino. ¿Le habrá dado ZP lecciones aceleradas de cómo hacer lo que le dé la gana simplemente por ser de izquierdas?
7 comentarios:
Se suele olvidar todo lo que ha costado en cualquier país llegar a la Democracia y la abstención no debería ser una opción legal.
Creo que votar debe ser obligatorio y quien quiera protestar que meta un 'kleenex' lleno de mocos en el sobre.
P.D. Soy de los que piensan que el aborto es un crimen.
Sí, sí, ZP le ha podido dar todas las lecciones necesarias a su amigo Sócrates sobre la interpretación de resultados electorales discretísimos. No hay más que recordar el índice de participación en los dos últimos referendos celebrados en España: el de la Constitución Europea y el del nuevo estatuto catalán. Y aunque es cierto que en ambos ganó el sí, no deja de ser un sí en entredicho, cuando, como señala Recaredo respecto al caso portugués, la verdadera vencedora fue la abstención.
Por otra parte, y quizá desviándome un poco del tema principal que plantea Recaredo, estoy con el postdata del Cerrajero, el aborto también me parece un crimen, máxime cuando su víctima es inocente e indefensa. No tengo intención de entrar a debatir el aborto desde un punto de vista ético porque es el típico tema que siempre suscita una polémica facilona y banal, pero conviene señalar que nuestro Código Penal lo permite en tres casos: los llamados aborto terapéutico, ético y eugenésico, referentes respectivamente a cuando hay peligro para la vida de la madre o grave perjuico físico o psíquico para su salud, para los casos resultado de una violación y aquellos otros en que hay malformaciones del feto. Pues bien, en España, la mayoría de las mujeres que abortan se acogen al primer caso, al aborto terapéutico, pero no precisamente por causas físicas, sino por las psicológicas, que no están tasadas y en consecuencia se convierten en un cajón desastre en el que cabe alegar cualquier cosa, cierta o no, para practicar el aborto. Así que en nuestro país, no me cabe la menor duda de que el aborto libre se coló por el supuesto nº 1 del art. 417 bis del CP.
Yo también estoy en contra del aborto y si este referendum se hubiese realizado en España también hubiese votado "NO". Independientemente de las valoraciones éticas, lo que pretendía con este post es explicar el motivo de la altísima abstención, que como muy bien dice don Pelayo, también sucede en España. Respecto a la opinión de Cerrajero, tengo que discrepar contigo. Creo que cuando ninguna de las opciones posibles nos convencen tenemos el derecho de abstenernos. Sería algo así como una película de Richard Prior en la que hereda una fortuna y tiene que gastársela en un plazo de tiempo. Como no le da tiempo, decide presentarse a las elecciones por el partido "A ninguno de los otros", partido creado y financiado por el que tiene como objetivo criticar a los políticos profesionales. De lo que se trata es de que no se vote "a ninguno de los otros" candidatos, porque ninguno va a solucionar los problemas de la sociedad. En mi opinión el voto no debería ser un deber. No sé que os parecerá a los demás.
Respecto a lo que añade don Pelayo, estoy totalmente de acuerdo contigo en que el aborto en España es libre. Pero lo peor de todo es que en el código penal está penado, salvo en los supuestos que el propio código plantea. Al final los supuestos excluyen cualquier posibilidad de cometer el delito. Sería como si dijese: Se prohibe robar, excepto si se tiene hambre, si se hace por diversión, si se hace por enfermedad mental, si se hace porque te da la gana, si se hace para parecer malo, si se hace en lunes, si se hace en martes, si se hace en miércoles, si se hace en jueves, si se hace en viernes, si se hace en sábado, o si se hace en domingo. Al final, aunque esté prohibido robar, la propia ley permite todos los supuestos posibles, con lo que la contradicción vacía de contenido el tipo penal. Pero ya se sabe que todo es posible en esta corte de los milagros...
Estoy de acuerdo, el aborto, que es un crimen, en España es libre, no de iure pero si de facto.
No creo que el problema sea celebrar las elecciones en un día laborable. En EEUU, la mejor y más antigua democracia, las elecciones son los martes y la participación no es más alta que en los países europeos. El problema es el descrédito de la casta política. Aunque no todos los políticos son iguales, evidentemente.
PD. Gracias Recaredo por colocar un link de mi blog en el tuyo.
En cuanto al caso de los EEUU, los electores que realmente estén interesados en participar en el sistema democrático, con antelación a la celebración de las elecciones, tienen que inscribirse en una especie de censo o registro, no sé cómo lo llaman, para posteriormente, el día de la cita electoral, poder ejercer su derecho de voto. Luego en EEUU no hubiera ocurrido lo que pasó aquí en las generales de 2004.
Recuerdo la altísima participación que se registró en aquellas elecciones, las celebradas el 14-M y entiendo que electores que son tradicionalmente son abstencionistas, aquel día fueron a votar. Conclusión: es patético que la abstención se viera tan atenuada como consecuencia de un suceso tan tremendo como los atentados del 11-M. ¿Tiene que ocurrir algo de ese calibre para que los que habitualmente "pasan" de participar vayan a su colegio electoral? Porque en ese caso dio lo mismo que fuese día festivo, que hiciera buen tiempo, etc.
Si tuviésemos el mismo sistema que en EEUU, el atentado del 11-M no hubiera influido tanto en el resultado de las elecciones, porque sólo hubieran votado los que tenían interés en hacerlo desde antes de que se perpetrase, e infamias de esa magnitud no dirigirían el voto de los españoles (porque menudo precedente se sembró). Claro que no sé por qué, me temo que si en España rigiese el sistema del censo previo, el atentado se hubiera producido antes de que se cerrase el plazo para inscribirse como elector.
¿Por qué creeis entonces que la gente no quiere participar en procesos electorales que son tan importantes para el bien común? ¿Acaso la gente en occidente es tan pasota que todo le da igual?
Desde luego, si en España hubiese que apuntarse en el censo para poder votar, los resultados electorales del 14-M hubiesen sido muy distintos.
Atención a los resultados del referéndum andaluz sobre su nuevo Estatuto de Autonomía: un 36% de participación, es decir, de cada 10 andaluces han votado 3. Y me parece mucho teniendo en cuenta lo poco que interesa una reforma tan innecesaria como ésta.
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